viernes, 18 de agosto de 2017

Bendición, por Vivi García.

  
  Salí de la escuela en el corte del mediodía. Iba apurada, inquieta, poniendo mi mirada pequeña en las baldosas sueltas, la basura fuera de lugar, un cable caído... De pronto escuché la música de un saxo. Provenía del túnel del tren de la estación Floresta. Descendí cinco escalones y ahí estaba: un joven músico interpretando su arte. 
   
   Después de poner algo de dinero en la funda del instrumento, me senté en el piso, cerré los ojos y me fui detrás de cada melodía.
       A las trece volví a mi trabajo. Me sentía renovada, liviana, como regresando de un viaje. Había almorzado música.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bello relato!! Hoy leí que la policía impidió a un artista tocar en el centro de Salta y la gente reclamaba que lo dejen... cómo no pedir que no nos saquen estos recreos del alma!!

      Eliminar