domingo, 31 de mayo de 2020

"Fuera de control" (fotorrelato) por Vivi García.

"Fuera de control" (fotorrelato) por Vivi García.
En el estante de los libros de cuentos para adultos estaban las guardianas de la biblioteca. Luisa vivía en una casona de la calle Bogotá, en el barrio de Floresta. A través de las ventanas podía observarse la sala, con un piano, un sillón amplio, una lámpara y centenares de libros. Por tal motivo las tres guardianas se ubicaron allí, precisamente en el tercer estante. Desde sus puestos controlaban que ningún personaje, acento o letra mayúscula escapara de alguna página.
A pesar del esmero y dedicación, un día llegó Ignacio, el nieto menor de Luisa y se llevó, con el consentimiento de su abuela, "Crónicas del Ángel Gris"*, "El amor en los tiempos del cólera"**y "Errante en la sombra"***. Ellas estaban fugiosas a pesar de que Luisa les explicó que a un nieto lector no se le podía de ninguna manera negar material de lectura.
Desde ese día un ángel gris merodea la casa, Florentino Ariza come las flores en los jardines del barrio como en la novela de Gabo, y un cantor de tango impregna las noches de Floresta con su música.
En el estante tercero, las guardianas aguardan el regreso de los libros con la única razón de que cada personaje prófugo retome el sagrado camino hacia la biblioteca de la casona de la calle Bogotá.
*de Alejandro Dolina.
** de Gabriel García Márquez.
*** de Federico Andahazi.
vivitecuenta@gmail.com

jueves, 28 de mayo de 2020

"Jacinto y sus clases en el vivero" por Vivi García

   Jacinto, el dueño del vivero "El paseo de las magnolias", me dijo al entregarme una planta que no quiso cobrarme: "le regalaría un jacarandá, pero para su balcón, no es... llévese una lavanda, que es casi lo mismo, son parientes en realidad". No quise contradecirlo porque empieza con explicaciones interminables. 
   Pasados dos o tres día volví y le pregunté acerca del parentesco entre el jacarandá y la lavanda. Hablador como ninguno me dio una clase de botánica aclarándome que la planta que me obsequió pertenece  al género Lavandula integrado por plantas de la familia de las lamiáceas que contiene unas sesenta especies, bla, bla, bla... En este punto dejé de escucharlo y media hora después pude repreguntar: "Jacinto, porque me dijo que el jacarandá y la lavanda son parientes?", hubo unos diez minutos de silencio y luego respondió: "porque ambas especies vegetales tienen flores de idéntico color". Me lo dijo con tal contundencia que en ningún momento dudé de su sabiduría.
   A partir de ese momento, y especialmente en primavera cuando mi planta estalla en flores lilas, a cada uno que  se asoma a mi pequeño balcón y comienza a piropear a mi planta, le cuento la historia del parentesco vegetal entre un bello árbol con canción propia y una planta cuyas flores huelen de maravillas.

miércoles, 27 de mayo de 2020

"Asignatura pendiente" por Vivi García




Asignatura pendiente” por Vivi García

  Llegué a la primera clase de tango con una sensación de... asignatura pendiente, una deuda que tenía conmigo desde hacía rato. Un par de zapatos rojos con taco que había encontrado en mi placard era el único pasaporte al mundo del tango que tenía por entonces. Las explicaciones de los profesores, las caminatas con el torso erguido, los pies acariciando el piso, el cambio de peso, el buscado equilibrio, el abrazo… ¡era mucho de golpe!, salí dudando: ¿podré?

  ¡Volví!. Claro que con los zapatos y la ropa adecuada. ¡Y fueron muchas las clases! En cada encuentro pude celebrar un logro: una figura nueva, un adorno diferente, un dejarme llevar por un hombre que cambiaba cada tres o cuatro minutos. Y fui sintiendo en el cuerpo que era necesario fusionarse con el compañero para poder fluir con nuestra música. Aprendí a esperar la marca, que cuando es precisa, es un verdadero deleite.
Aprendí también a confiar y a disfrutar.
   Después de dos años de clases y prácticas comencé  a ir a las milongas. Descubrir el código que guardan estos salones porteños fue como descifrar un mensaje secreto: el cabeceo, no pararse antes de tiempo (más de una vez la invitación a bailar no fue para mí), la mirada puntual y ligera de las mujeres, los imprescindibles abanicos, las pastillas de menta…
   Hoy, cuando entro a una milonga siento que ingreso a una película. De esas que cuentan historias felices, donde el baile no cesa, ni la música, ni la magia. Y ese es el punto, el misterio que guarda esta danza, que cuando se la prueba, como a un dulce, no se la puede abandonar. Y qué suerte que sea así. ¡Qué suerte! Que aunque sea lunes o miércoles podamos ponernos lindos para ir a bailar, y llegar a los salones, en los que siempre es de noche, y podamos abrazarnos para comenzar a volar sin despegarnos del piso. Y eso, señoras y señores, sólo se logra bailando tango.    

"Amorosa porcela" (microrrelato) por Vivi García

Heredé estas tres piezas de un juego de té que supo ser regalo de bodas de mi vecina Tita.
Me dijo "las querés", ya las tenía entre mis manos antes que el "sí" sin hacerse esperar saliera de mi boca.

sábado, 23 de mayo de 2020

"Clase modelo 2019" por Vivi García.

    Jueves. Clase de Prácticas del lenguaje. Tema: producción literaria. 
   La maestra de cuarto grado llevó al aula una pequeña escultura de una pareja conversando. La apoyó en su escritorio y dijo: "chicos, quiero que me cuenten sobre qué están conversando estos jóvenes". Los nenes se miraron asombrados por la propuesta, volvieron a observar el objeto, ¡y comenzaron a crear! Laurita dijo que el señor le estaba proponiendo que fueran novios y que a ella la idea no le gustaba mucho pero que lo pensaría. Marcos aseguró que la señora lo estaba invitando a una fiesta de disfraces a la cual ella iría vestida de dinosaurio. Juana afirmó que discutían por una importante suma de dinero que el hombre de las calzas verdes le debía a la dama de zapatos rosados.  La maestra celebró la imaginación de sus alumnos con una sonrisa cómplice. Pero el relato de Juan Ignacio sorprendió a todos cuando dio su versión: "seño Caro, queridos compas, en esta escena la mujer le está advirtiendo al hombre sobre la llegada de una peste por la cual todos tendrán que quedarse en la casa, no podrán ir a la escuela, ni jugar en las plazas, tampoco podrán salir a trabajar y mucho menos a tomar helados  hasta que el  "Monstruo Coronus", ese es el nombre científico,  siga de largo y se ahogue en el río".
   La clase entera lo aplaudió de pie. Y la seño Caro, orgullosa y feliz hasta las lágrimas, exclamó: "Juan Ignacio, qué imaginación tenés!".

miércoles, 20 de mayo de 2020

"Saquitos de amor" por Vivi García.

   Dorita invitó a tomar el té a Juanita y a Pepa. Era una confitería clásica en el barrio de Caballito (¿o Primera Junta?).
   Doris llegó primera, como siempre, y agasajó a sus compañeras de la vida y del alma con un ramo de jazmines.
   Charlaron durante tres horas (vuela el tiempo cuando se envuelve en verdadero amor). Cuando la tercera tetera abandonó la mesa dijeron las tres al unísono "uy, ¡qué tarde!".
   Se pusieron sus abrigos, tomaron sus carteras y se dieron besos y abrazos hasta que llegaron a la vereda desde donde tomaron sus rumbos con pasos serenos.
   Cuando el mozo se acercó a limpiar la mesa tuvo la extraña sensación que aún estaban allí.


miércoles, 13 de mayo de 2020

"El lado A de la cuarentena 2020" por Vivi García.


   A menudo digo “aprendamos a mirar del vaso lo que está lleno”. Intentando ser fiel a lo que predico merece esta cuarentena ser vista desde su lado A, o sea, desde su faz positiva. Y para hablar con justicia quiero contar las cosas que esta etapa me permitió aprender, ¡ahí va! No se asusten lectoras/es no será larga la lista. En principio, aprendí a estar sola, sin salir, sin encuentros, sin, sin, sin… Pero de repente apareció un tiempo sin apuros y al unísono la necesidad de una rutina (clases, aprendizajes nuevos, meditación, acompañamiento telefónico, contención… uf, tanto aprendí). Y abracé a mis gatos como nunca, hablé de ventana a ventana con mis vecinos, volví a muchas lecturas, me amigué con la tecnología, canté, bailé, recé por todos porque yo soy todos y lo único que existe es un nosotros, “un mar de fueguitos”, dijera Eduardo Galeano. Y esa consciencia, ese hallazgo de que “soy si somos”, fue mi mejor mirada sobre el vaso de la vida.
Quizá todo tenga su lado A. Más de una vez, en determinadas situaciones, no pude verlo. No pude comprender ¡tantas cosas! Hoy, que sigo siendo una “buscadora” he creado en mi corazón un cajoncito donde guardo aquellas preguntas que aún no tienen respuesta. Pero seguiré buscando, porque de eso se trata, de no perder la esperanza que cada día iré viendo con más claridad, con más discernimiento, y en esto nada tiene que ver la razón.
   La cuarentena me dio este espacio temporal, y yo me di el lugar emocional necesario para viajar hacia adentro.
   Cuando volvamos a las plazas de la vida seremos expertos en muchas cosas.



viernes, 8 de mayo de 2020

"Un día en cuarentena y van..." por Vivi García.

   Es raro esto de estar en casa todo el día. Sólo salgo una vez por semana al supermercado y dos veces al día a alimentar gatos y palomas. ¡Casi me olvido del paseo hasta el contenedor de residuos y hasta el de los reciclables!
   En este tiempo aprendí muchas de las posibilidades que tiene un celular y una computadora a la hora de comunicarse virtualmente. Tomo clases, organizo algunas reuniones, hasta tomo un café con algún amigo pantalla de por medio.
   Todo esto que les cuento es mínimo. Nada tiene de trascendente, ni de profundidad; sólo es un relato cotidiano, doméstico, pequeño y con algo de humor en el que tal vez algún lector/a se identifique, se encuentre en esta crónica.
  A diario ordeno el departamento, me baño, hago actividad física, leo, bailo tango con un almohadón y varias chacareras, medito, rezo, escucho radio, hablo por teléfono, alrededor de las 20.00 me informo un poco, a las 21.00 aplaudo y escucho el Himno que llega desde otro balcón, alrededor de las 22.00 veo alguna película o serie y a la medianoche me voy a dormir. Y extraño. Como todos, extraño mucho.
   Tiene sus ventajas esta forma de vida (intento ver siempre el vaso medio lleno).  En soledad, en mi caso cuarenteneo con mis tres gatos, aparece una conversación interna, una auto visita al corazón, y vas depurando, "barriendo la casa interior", y al mirar hacia el futuro vés qué cosas volverías a elegir y cuáles no. Aparece un nivel de valoración que tamiza, limpia y ordena. La coquetería pasó a un plano, digamos... tercero, o décimo. Estoy mucho tiempo descalza,  ropa cómoda, el cuerpo se mueve con libertad dentro de viejas calzas. Soy más yo. Para alguna reunión virtual me pinto los labios con la intención de sumarle un poco de color al "meeting". Hasta comencé a agendar estos encuentros porque son varios. Retomé las clases de inglés, tejo bufandas y canto.
   Nada hay en este relato fuera de lo común, es chiquito, simple. Lo importante sucede entre la gente que trabaja en el área de la salud, de la higiene urbana, de la asistencia social, de seguridad, entre los rescatistas de animales, entre los voluntarios que asisten a las personas mayores, en la imposibilidad de trabajar, en las casas con los chicos sin escuela presencial, en las convivencias difíciles y en tantas otras situaciones complejas. Y, obviamente, en las personas que no han podido ganarle al virus y en sus familiares.
   La virtualidad no nos priva de ayudar a otros. Hay formas de transferir dinero a personas e instituciones vulnerables, de buscar la forma de alcanzar alimentos, ropa, artículos de higiene. Siguen existiendo estrategias para estar con los otros. y creo que pronto, con barbijo y distancia podremos encontrarnos en vivo.
   Esta cuarentena nos dejará mucho aprendizaje. Nos cambiará la mirada. Ya cambió, ¡quiero creer! Hacia el vecino, el perro, el río, el agua, la plaza, la convivencia, la ciudad... ¡todo! Todo tiene un brillo nuevo. 
   Conservaré de esta experiencia algunos hábitos: el cambio de calzado al entrar a mi casa, la higiene reiterada de manos, la tos en el ángulo del codo... y cuidaré como un tesoro cada encuentro cara a cara, cada abrazo, cada caricia.
   La Vida es una Escuela. A veces nos toca enseñar, y siempre nos toca aprender. Cada minuto, si estamos "despiertos", aprendemos cosas nuevas, por ejemplo, a ser personas sensibles, a centrarnos  en lo "nuestro" más que en lo mío..
   Como dice el cuento del anillo del rey... "ESTO TAMBIÉN PASARÁ", y seguramente saldremos con un corazón NUEVO.

lunes, 4 de mayo de 2020

"Bendita cuarentena" por Vivi García

    

"Bendita cuarentena" por Vivi García

      Antes de la cuarentena, se mudó un hombre al edificio que está justo frente al mío. Casualmente ambos vivimos en el segundo piso. A su balcón del mío lo separa, cual canal de Venecia, la calle Esperanza. Mi barrio es una pequeña aldea, rareza de la gran ciudad, por eso cuando lo descubrí al caballero en plena mudanza hice, y me atrevo a confesarlo, mis averiguaciones. Recurrí al encargado de mi edificio. A las pocas horas supe que se llamaba Nicanor, tenor de profesión y que trabajaba en el famoso salón de té "Viva la ópera". De no estar cuarenteneando ya hubiese reservado una mesa para escucharlo. 
   Aquel día, lo espié desde el balcón mientras bajaba del camión de mudanzas un antiguo y distinguido sillón, intuí que era un hombre como para... ir a tomar un café.
   Nicanor tendrá unos sesenta y cinco años, canoso, ni alto ni bajo, de bella sonrisa.
   Pasaron marzo, abril, mis estadías en el balcón aumentaban en horas hasta que me decidí. Le hice llegar una breve esquela que a través del encargado, generoso como pocos, llegó a manos del... artista: "¡Bienvenido al barrio señor Nicanor! Espero que se sienta a gusto en su nueva residencia. Mi nombre es Carmen, escuché al pasar algo sobre su bello oficio. Admiro el género que usted desarrolla, y si desea conocerme sólo tendrá que salir a su balcón a las cinco, dirigir la mirada hacia el mío que está frente al suyo, y listo. No hará falta el uso de barbijo,  dadas las circunstancias mundiales, porque la distancia es considerable.    Lamento no poder invitarlo con una taza de té, pero al menos nuestras miradas podrán encontrarse".
   En el primer encuentro balconeado sólo nos saludamos, sonreímos y cada uno saboreó su infusión.
   Al día siguiente recibí sobre un hermoso papel celeste, vía encargado, su número de teléfono.
   Comenzamos a hablar un par de horitas cada noche. Y hace apenas unos días me animé y le propuse cantar en su balcón para todos los que habitamos la calle Esperanza. "Lo pensaré", dijo antes de cortar.
   Al día siguiente corrió la invitación de ventana a ventana, de vereda a vereda, de celular a celular. Y a las veinte en punto de un viernes glorioso Nicanor cantó un fragmento de un acto de la ópera de la cual heredé el nombre. Y por un rato, con el espíritu de Bizet* como testigo,  Nicanor nos llevó con su voz y actitud al siglo diecinueve, a Sevilla, y fuimos Carmen y Don José y los aplausos se escaparon de todas las casas para elevarse hasta el balcón del tenor que acababa de embellecer, tal vez sin ser consciente de ello,  la vida en cuarentena.

* Georges Bizet, autor de la música de la ópera "Carmen".