- Doctor, me sigue doliendo la muela.
- ¿Pero si la saqué hace dos días?
- Sí, doctor. Lo sé. Mi lengua nota su ausencia a cada momento. ¡Pero me duele el fantasma de mi muela!
- ¿El fantasma de su muela? Le sugiero tomar un analgésico y ver qué sucede.
Ya en la calle una voz interior cálida pero firme me hizo una pregunta: "¿ya le diste las gracias?". Me sorprendí, lamentablemente a mi conciencia la escucho poco...
Inmediatamente me detuve y le hablé casi como en un susurro: "querida muela quiero decirte gracias por haberme permitido comer. Gracias por haber mejorado mi sonrisa. ¡Gracias por tu compañía durante sesenta años!
Cuando llegué a casa no me dolía nada.