“Asignatura pendiente” por Vivi García
Llegué a la primera clase de tango con una sensación de... asignatura pendiente, una deuda que tenía conmigo desde hacía rato. Un par de zapatos rojos con taco que había encontrado en mi placard era el único pasaporte al mundo del tango que tenía por entonces. Las explicaciones de los profesores, las caminatas con el torso erguido, los pies acariciando el piso, el cambio de peso, el buscado equilibrio, el abrazo… ¡era mucho de golpe!, salí dudando: ¿podré?
¡Volví!. Claro que con los zapatos y la ropa adecuada. ¡Y fueron muchas las clases! En cada encuentro pude celebrar un logro: una figura nueva, un adorno diferente, un dejarme llevar por un hombre que cambiaba cada tres o cuatro minutos. Y fui sintiendo en el cuerpo que era necesario fusionarse con el compañero para poder fluir con nuestra música. Aprendí a esperar la marca, que cuando es precisa, es un verdadero deleite.
Aprendí también a confiar y a disfrutar.
Después de dos años de clases y prácticas comencé a ir a las milongas. Descubrir el código que guardan estos salones porteños fue como descifrar un mensaje secreto: el cabeceo, no pararse antes de tiempo (más de una vez la invitación a bailar no fue para mí), la mirada puntual y ligera de las mujeres, los imprescindibles abanicos, las pastillas de menta…
Hermoso Vivi!!! Ayer lo leyó Nora Perlé en su programa, en Radio Mitre. Me resultó conocido el texto y lo busqué. Bellísimo! Felicitaciones!!!
ResponderEliminar(Ana María)
Gracias Ana María!
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