Nadie lo sabe con certeza, estimo que pronto será un mito urbano, pero cuando los zapatos vuelven de la milonga, toman un té, leen las historias de los fantasmas de Buenos Aires y luego se guardan para descansar de tantos giros, ochos y boleos.
Regresan de la noche cansados y felices. Durante varias horas han acariciado el piso.
Exquisito microrrelato para narrarlo. Gracias por publicarlo.
ResponderEliminarContalo, Cris!
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