Verdadera convivencia. Por Vivi García
Cuando era apenas una niña sentía mucho miedo al ir al baño de la casa de mi abuela. En él, en el techo, había dos o tres arañas de patas largas. Yo le pedía a mi abuela que me acompañara, y ella que conocía las razones de mi pedido me explicaba nuevamente que no podía echarlas, que tenían derecho a compartir el baño y que en un ratito se meterían en el respiradero y no las vería por muchos días.
Su explicación era válida, me crié educada por mis padres en el derecho a la vida que tienen todos, me enseñaron de chica a respetar las hormigas de la vereda, a mi madre ya la conocí vegetariana, o sea, había entendido el planteo de mi abuela, pero aún así me daban miedo las "patalarga". Recuerdo la tarde que ella me explicó que seguramente las habitantes de seis patas temían de nosotras pero eran valientes y no se escondían al encender la luz, o al abrir la ducha. Nunca, mientras mi temor me acompañó, mi abuela dejó de contenerme, hablarme y esperarme en la puerta del baño diciendo una y otra vez: "todo está bien?".
Hoy, ya grande, cuando visito a mi abuela sé que nunca estaremos solas. Sé, que además de sus gatos añosos, habrá una patalarga en algún lugar de su casa.
Y el miedo? El miedo se marchó para siempre!
IG @vivi.garciagarcia