Al verlo lo confundí con una alhaja, una piedra preciosa, una joya... ¿A quién se le habrá perdido? - pensé-. Pero, al ponerme los anteojos y acercarme a la maravilla... no tuve dudas. Sus patitas, sus antenas...¡sí!, estaba frente a una bellísina criatura que caminaba rápido por un cantero.
¡Qué fácil me resulta ver a Dios en la naturaleza!