viernes, 10 de diciembre de 2021

"Sacapuntas" por Vivi García.

Eran tiempos de cartas, ¡cartas! De papel perfumado y sobre en composé. Una por semana, dos tal vez. Él era un artista plástico que vivía en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Ella, en la cuidad grande y ruidosa. El cartero frecuentaba esas casas como las palomas a los campanarios de la iglesias. Ese era el vínculo que por diversas razones pudieron construir.
Para Laura no existía sonido más bello que el del timbre que anunciaba la entrega de una nueva carta. Antonio, en cambio, disfrutaba del canto del sacapuntas al desnudar los lápices con los cuales le escribía. Rojos, a veces verdes, negros, violetas. Con la viruta colorida fabricaba sueños que plasmaba en sus cuadros.
Un sábado por la mañana, Laura recibió al cartero un vez más. Era una invitación de Antonio a una muestra de pinturas. Se dirigió hacia el salón de arte ubicado en pleno centro de la ciudad. Perpleja se detuvo frente a un cuadro pequeño pero imponente desde su absoluta sencillez. Predominaba el collage como técnica: papeles de diversas texturas, piedras de colores, pequeñísimo objetos y viruta de lápices. La obra se titulaba "Hasta que me leas". Ella lo buscó entre los presentes. Antonio ya la había distinguido entre la gente. El abrazo duró lo que varias cartas tardaban en viajar de una casa a la otra.
La correspondencia siguió hasta el último suspiro de Antonio. Hasta la última lágrima de Laura.
La obra, con algunas virutas menos, está en mi living. La heredé de mi abuela Laurita junto a un manojo de cartas que aún hoy huele a lavanda y jazmín acompañado del relato de mi madre que con pudor me obsequió esta historia de amor por entregas.
Cartas, ¡muchas! Las guardo en el cajón de mi escritorio. Tal vez, algún día me atreva a leerlas.
vivitecuenta@gmail.com
@vivi.garciagarcia
Canal de YouTube: Vivi García te cuenta.
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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Amores gatos. Por Vivi García.

   Desde que Roberta viajó al cielo de los gatos, Renato intenta copiar sus hábitos para que la extrañe menos. Él cree que no me doy cuenta. A menudo le susurro al oído: ¡hola Robertita! ¡Qué grande estás! Y Renato se achica sobre el sillón que ella usaba y casi casi se parecen un poquito. Luego maúlla como gata y en ese preciso momento corro hacia él y le doy incontables besos y caricias por todos sus esfuerzos para traerla una y otra vez.

Amores gatos. Gatos de Amor puro. Puro amor "felinohumano".