lunes, 25 de febrero de 2019

"Todos mis jueves", por Vivi García



   Hace cuarenta años que bailo tango, y quince que voy a la milonga “La Pausa”. Elegí ese salón por dos razones: porque queda cerca de mi casa y por los rumores, que pronto confirmé, de buen nivel de baile.
   Reservo una mesita para tres todos los jueves y junto a dos amigas milongueras disfrutamos la fiesta del dos por cuatro. Bailo mucho y bien, digamos… bailo con dignidad.
   A la izquierda de nuestra mesa está la de un grupo de hombres que nosotras llamamos “los notables” por su prestigio como excelentes bailarines. Miran mucho, cabecean poco.
   Entre ellos, muy reconocido en las milongas de Buenos Aires, está don Alfredo, "¡una eminencia!", dicen muchos al referirse a él, “no se vio bailarín mejor”, aseguran. Todos le dicen “el Profe”. Hombre de cabellos de plata, alto, delgado, elegante, siempre impecable y muy observador… En su juventud, cuentan casi como una leyenda urbana, ¡dibujaba en la pista! Hoy, baila un par de tandas sólo con dos mujeres tocadas con la varita mágica.
   Como una niña ilusionada hace más de una década que espero su mirada, yo busco cada jueves la de él pero no me ve, o peor aún, no me mira.
   Quizá porque “el Profe” está cerca de los noventa, tal vez por mi edad avanzada, o porque estamos de paso en esta vida y sabemos que “el baile” se acaba… por todas esas razones, cuando lo vi salir de La Pausa, celebrado por media milonga, saludado aparatosamente, dejando una estela de luz a su paso,  tomé coraje y lo seguí. En la puerta esperé que pasara al anonimato que da la vereda, y le dije:
-   -   Alfredo, ¿cuándo vamos a bailar? Estamos grandecitos y si no nos apuramos la Parca te va a llevar a vos o a mí y me voy a quedar con la asignatura pendiente de una tanda juntos.
A pesar de su asombro me respondió enseguida:
-      - No te vi piba, ¿dónde te sentás? Bailo poco, ¿viste? ¿Cómo te llamás?
Cuando le dije Aída hizo una broma con respecto a la ópera de Verdi como para abordar la situación, y antes de irse prometió:
-      - El jueves próximo, ¡Pugliese!
   Un jueves más en La Pausa. No cualquier jueves. Cuando llegué el Profe ya estaba en la mesa de los “próceres del tango”, como los rotuló Laurita.
   Noche de suerte,  bailé mucho y lindo.
   Cuando comenzó la tanda del Maestro, sonó “La Mariposa”, yo miré al Profe. Él ya estaba acariciando mi mirada.



"Ausencias", por Vivi García

Hoy, como todas las mañanas a las siete en punto salí a pasear a mi perro. No me crucé con el barrendero que me saluda amablemente, tampoco con los jóvenes que bajan a las corridas del tren para ir a los talleres de ropa (¿talleres clandestinos?), no estaba en la estación la vendedora de tortillas, no sonó la alarma de la barrera, ningún niño con delantal blanco caminaba hacia su escuela... Nada de lo habitual. Nadie. De regreso a casa, Pepe ya no estaba dentro de su polar azul. Su collar verde al caer hizo sonar la medalla en la vereda. Subí corriendo, busqué el espejo del mi habitación, pero aún no tengo el coraje de asomarme en él. 

(Este relato tiene unos años, Pepe ya no está físicamente conmigo, pero sí en mi corazón).

lunes, 18 de febrero de 2019

Para Ricardito , Roberta y Renato (mis gotas de tigre)


Me gusta verlos dormir.
Amo esa calma
que envuelve el espacio
cuando ellos descansan.
Amo ese silencio gatuno.
Esa manera de relajar sus cuerpos.
Amo ese don felino.

Los amo.