martes, 9 de octubre de 2018

"La marca", por Vivi Garía

                                                    
   Lo vi en la casa de antigüedades de Rivadavia y Cuenca, estaba atado a otros con una soga que  indicaba la prohibición de sentarse o tocar. Lo reconocí entre los demás, era el sillón, que junto a tres más hacían más bello el patio de mi abuela Anunciada. No tuve dudas, tenía en una de sus patas una “V” que yo había grabado con un cuchillito de alpaca. Corrí la soga y me senté. Apenas mi cuerpo lo sintió me fui  a mis ocho años, a la casa de Mataderos, al patio con baldosas de arabescos que mis pequeños dedos acariciaban; y estaban mi tío, el eterno soltero, mi madre con un delantal de pechera lavando en el piletón y mi abuela siciliana con el mate entre sus manos. Allí estaba cuando me trajo al ruido de la avenida el dueño del negocio: “señora, no puede estar sentada en ese sillón, está a la venta”. Le expliqué que era un recuerdo familiar, que lo había reconocido, que me dejara unos minutos más… No comprendió. No creyó en mi palabra.
   No me moví, quería estar un ratito más en la estación de mi infancia y ¡con Ellos que habían partido hacía tanto tiempo!
   Llegó la policía y una ambulancia psiquiátrica. El agente y la médica entendieron. Pude conversar con el dueño y prometerle una seña por el sillón para un pago total y retiro en diciembre, con el aguinaldo.
   Cuando se lo conté a mi hija simplemente comentó: “Ay mamá, que desmesurada sos”. Mi nieta, que no tiene edad para acumular recuerdos, me miró, me sonrió con sus dientitos separados como diciendo: “tranqui abueVi, para diciembre falta poco”.
   Enero. El sillón descansa en mi living. Le puse un almohadón rojo y otro verde. Sentada en él está Lourdes, mi nietita, mirando en la tele un programa de una granja en la que los animales son felices.
   Cuando ella crezca le mostraré la inicial de mi nombre en una de las patas. Sólo a ella le hablaré de aquella travesura de niña.
   En él me siento a leer. A veces, abandono el libro porque Ellos empiezan a pasear por mi casa y elijo verlos y escucharlos… total, a la lectura se vuelve en cualquier momento.



3 comentarios:

  1. Bueno, recién 19,46 m pude leer el primer cuento me pareció muy emotivo y mueve a la sensibilidad. Me gustó mucho avanti.

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  2. Viví la historia es muy linda.Qué me trajo a la mente? Cuando me siento al frente de la que fue mi casa en huerta grande para sacarme una foto y sus dueños actuales me miran desconfiafos....hasta que les cuento quién soy y se emocionan con mi relato.

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