sábado, 15 de mayo de 2021

"¿Profesión?, lectora" por Vivi García

En marzo me sumé a un taller de lectura que coordina Elisa Vázquez, maestra y "amigahermana". La clase virtual es el día martes, y en cada encuentro comentamos, analizamos y degustamos un par de capítulos de la novela "Oscuramente fuerte es la vida" de Antonio Dal Masetto. ¡Imperdible!

En febrero me ocupé de comprar el libro, pero antes de gestionar la operación a distancia, mi amiga Susana me escribió un wathsapp para comunicarme que ya lo había conseguido en el parque y que me lo enviaría como regalo. Agradecida y feliz fui a retirarlo al lugar acordado y al abrirlo, olerlo y acariciarlo (todo eso le hago a los libros) encontré un señalador con una bella reproducción de la Última Cena. Los lectores solemos estar en todos los detalles.
Como una niña que espera sus primeros días de clase, así aguardé yo el inicio de la lectura solitaria y grupal. Cada martes nos saludamos desde las ventanas rectangulares de la pantalla para conversar entorno a una de las novelas más profundas que recuerde. Tertulia. Ritual, Fiesta, Encuentro, Y siguen apareciendo sustantivos en mi mente para definir la cita de los martes.
Acabo de terminar de leer el capítulo veintiuno. Como a los anteriores, lo subrayé, resalté oraciones con amarillo fosforescente, hice notas marginales, dibujitos.... Ya estoy grande para que me digan "los libros no se escriben". Jamás adherí a esa consigna, excepto con los libros ajenos. Pero con los que viven en mi casa, en los estantes, sobre la cama, en la mesa de la cocina... con los que habitan mi intimidad, además de acariciarlos, olerlos y abrirlos como a regalos, ¡los escribo, los pinto, los intervengo!
La lectura pone alas, imposible no levantar vuelo.
vivitecuenta@gmail.com


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