En tiempos de redes… ¡cartas! Nº 28.
Viernes 4 de octubre, Floresta, después del eclipse…
José María, confieso que me hiciste reír con el comentario de tus amigos. ¡La pasaremos muy bien! Y coincido totalmente con lo del amor como tema único, central, todo gira en torno a él. Es una bendición cuando está presente y es una tragedia universal cuando está ausente… las guerras son sólo un ejemplo. Pero sigan pensando, sintiendo, reflexionando. Aún como granos de arena en la inmensidad de una playa se logran cambios.
No sos el único ansioso. Busqué y encontré algo en un libro prestado de Ocho Cortado, estoy casi segura que es una autora del barrio de Liniers. El cuento se llama "Anti-fax", te lo transcribo:
Vivir en una esquina tiene sus ventajas. Numerosas ven tanas, buena luz, excelente vista… en fin, vivir en una casa ubicada en la esquina es para mí algo natural, ya que desde que nací habito esta vivienda. El problema comenzó el día que decidí pintar la pared de la planta baja de color blanco. Era verano, febrero para más datos. Cuando el pintor terminó su trabajo me detuve y la observé, se veía realmente bien. Blanca, impecable. Era mi pared y estaba orgullosa de ella. Al día siguiente, su blancura tentadora había sido ataca da. Un colorido mensaje velezano alteró el aspecto prolijo de mi pared. De inmediato pensé en mis ahorros invertidos todos en latas de pintura, en mano de obra… y sentí rabia. Esa noche hice guardia en la ventana para sorprender al próximo “escritor”. Pero, el sueño me venció y abandoné mi lugar de centinela. Al despertar, mi capacidad de asombro había sido puesta a prueba nuevamente. En la pared, con pintura en aerosol color verde, un apasionado hincha de Chicago había agregado palabras estimulantes dirigidas a su club, que, de alguna manera, daban respuesta a las del primer “redactor”. Claro, esto no terminó en una segunda instancia. Todas las noches un simpatizante de Vélez o del club mataderense completaba de manera alternativa los espacios en blanco, los pocos que quedaban, con dibujos y breves “discursos”. Se escribían, se comunicaban, se insultaban… quedaba claro: no se ignoraban. ¿Es mi pared o la de ellos? ¡Cuántas veces me hice la misma pregunta! Creo que llego la hora de volver a pintarla. Los muchachos se quedaron sin espacio para expresarse. Después de mucho meditar, comprendí (¿o acepté?), la importante función que cumple mi pared. ¡Es un canal de comunicación! Sí, la haré blanquear. No es una pared cualquiera, es especial… ¡es una pared epistolar! Si pasás por mi casa, no pienses que soy una propietaria descuidada a la que no le interesa el aspecto del barrio. ¡No! Si pasás por mi casa, y tenés algo para decir, no lo dudes, ¡escribilo en la pared!
Hasta mañana.
María Victoria.
PD.: Bienvenidos el jazz, Bartolo, el vino, el patio, las flores, y las palabras. Con todo eso celebraremos el encuentro. Intuyo será el primero de muchos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario