En tiempos de redes… ¡cartas! Nº 29.
Lunes 7, octubre, Floresta, después de nuestra primera cena.
¡Hola María Victoria! Espero estés muy bien. Ojalá hayas disfrutado el encuentro del viernes como yo. Durante el fin de semana procesé nuestra charla de cinco horas. La verdad, siento como si te conociera de vidas anteriores, diría un hindú. Es rara y encendida la sensación con la que quedé. Sabés, no encuentro muy bien las palabras y temo ser cursi… Hace mucho tiempo que no me sentía tan a gusto en mi propia casa, en mi patio, con Bartolo presente, las cartas de mi tía y las postales nevadas ¡todo girando en torno a nosotros ¡ Creo que hasta estuvo presente la escritora linierense Ocho Cortado y su pared epistolar. El cuento que me contaste del hombre que se barría, tu risa, tu voz, y la mirada que tenés sobre cada cosa y situación en particular hicieron de la cita una fiesta.
Te confieso que no salgo del asombro, y digo asombro porque hace tiempo que me ronda una marcada apatía. Estoy contento porque tu presencia aportó un brillo… que me asusta. Y a la vez nada hay para temer. ..
Lo que tengo claras son mis ganas de encontrarnos más seguido. Vos sos una interlocutora (palabra que adopté) muy valiosa, con la que se puede hablar de todo, disentir, cambiar opiniones… en definitiva, ¡crecer!
Ay Victoria, voy a tocar el “enter” antes que el pudor me detenga.
José María
PD.: Coincido con vos, habrá mucho por celebrar.
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