En tiempos de redes… ¡cartas! Nº 34
Floresta, Viernes 18 de octubre.
José María… ¿por dónde empiezo? Trataré de ordenarme para que la carta sea coherente. ¡Qué lindo lo de la brisa en la cara! Es cierto, eso sentimos los lectores cuando nos llegan textos antorchas… Claro que citaste a Jesús, a Buda… ¡Maestros! Los libros antorchas, como me gusta llamarlos, son esos que nos vuelan la cabeza y el corazón. Cuando los descubro hago una pausa, tomo un té con limón, y regreso a ellos. Son frescos, vigentes, imprescindibles.
Hablamos mucho en tu casa acerca de las palabras aceptar, resignar. Aceptar es luchar, aunque duela, luchar y seguir adelante. Resignarse es, abandonar, detenerse… Eso creo. Confieso que abuso de los puntos suspensivos.
Con respecto a tus miedos ante las pérdidas… con miedo o sin él las pérdidas serán igualmente inevitables. Quizá nos queda andar por la vida disfrutando cada cosa, desde un vaso con agua hasta un viaje, un nacimiento… Celebrando cada hecho “celebrable” y aceptando (tarea nada sencilla) lo que no está en nuestras manos modificar (estoy algo reiterativa me parece, porque creo que esto ya lo escribí o lo dije… o tal vez necesite escuchármelo nuevamente).
Cambiando de tema,
volví a la carga con la obra de Ocho Cortado, y descubrí esta joyita que
explica porque bailo los domingos:
"En la pista" por Ocho Cortado.
Felicitas se preparó para ir a la milonga. Se
puso un vestido rojo y unos zapatos negros tan brillantes y tan altos que a su
paso todos se daban vuelta.
A llegar al baile Ricardo la cabeceó, de inmediato ambos se
fusionaron en un abrazo y durante los cuatro minutos que duró "La
mariposa" por el maestro Osvaldo Pugliese, fueron dos corazones en un solo cuerpo.
Esa magia sucede
en las milongas José María. La necesidad
de otro, otra, para construir la danza.
PD.: Si las cartas que nos enviamos te encienden, ¿por qué creés que es tiempo de escribirnos menos? Me dejaste pensando.
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