domingo, 22 de septiembre de 2024

Carta 20.

 

EN TIEMPOS DE REDES SOCIALES... ¡CARTAS! NRO. 20.

                                                                            Domingo 22 de  septiembre de 2024.

¡Buen día  José María! Sé que nos veremos en el club en unas horas, pero no quiero dejar de compartir este texto que encontré en un libro de Violeta Luna, una escritora que descubrí hace poco y que además baila tango. Es muy clara en esto de los amores, la equidad y la oportunidad de crecer. Ojalá te guste o por lo menos te interpele. Aquí va:

Maestros”                                                 por Violeta Luna

   Tal vez por mi estrecha relación con el tango suelo detenerme en sus letras, esa poesía sin duda profunda y reflexiva.

   Mientras bailaba hace unos días el tango “Tarde” de José Canet, focalicé en los dos primeros versos: “De cada amor que tuve tengo heridas, heridas que no cierran y sangran todavía”, e inmediatamente revisé mis amores, los primeros y los recientes. Disentí con el autor. Recordé uno por uno a los hombres que me acompañaron en las cuestiones del amor de pareja (no fueron tantos) y llegué a la conclusión que no han quedado heridas y mucho menos, sangrantes. Es cierto que siempre me crucé con personas que me gusta llamar “buena gente”, por lo tanto los cierres fueron acordados y aceptados (a veces a medias) por las dos partes.

   También es cierto que todas las relaciones tuvieron fecha de vencimiento, y todas sin excepción fueron de aprendizaje, por lo menos para mí (y deseo de corazón que también haya sido así para ellos). Cada una me permitió conocerme más y más, y ese autoconocimiento me hizo crecer. Ellos fueron maestros para mí. Cada afinidad entre ambos o diferencia fue una oportunidad para aprender, mirarme, reconocerme, desconocerme para luego ver quién era y qué quería. ¿Si lloré? Sí, un montón. Pero con el paso del tiempo las lágrimas disminuyeron. No en vano vivimos.

   A menudo observo algunos regalos recibidos que conviven conmigo: un juego de té, un cuadro, un pijama, fotos de viajes, recuerdos de películas y obras de teatro compartidas, recetas de cocina que nos hemos pasado, libros… ¿Si los quise? Como dice Ángeles Mastretta en uno de sus cuentos “a todos los quise”.

   Confieso que me hubiese gustado tener un compañero con quien se comparten los nietos pero no me ha sucedido ese tipo de amor a plazo largo. A algunos les sucede el gran amor; a otros, breves y grandes amores; a mí me tocaron en el reparto de Cupido amores breves, pero muy valiosos. Agradezco y celebro haberlos conocido porque de esas relaciones me he edificado (de todo tipo de relación una se va formando). Benditos vínculos que me ayudaron a saber dónde quiero estar. Y hoy, a mis sesenta y uno, estoy teniendo una relación cada vez más cuidada y amorosa conmigo. Juro que intento a diario mimarme, perdonarme, escucharme...

   ¡Miren a donde me llevaron dos versos de un tango! Este relato confesión merece un “Chan chán”.

¡Me gustó mucho esta reflexión José María!

Hasta luego

María Victoria

PD.: Amo las fresias y a Juan Luis Guerra, ¡un gran poeta! ¡Gracias!

 

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